Lo difícil llego cuando, después de montarla, forrarla y pintarla, empezé a colocar el Gato de los Deseos ¡DABA MIEDO! Casi lloro, os lo prometo, no me gustaba nada de nada. Hasta que llegó la cumpleañera y me arregló la tarta con una sola frase y todo a medio montar: "¡Mamá me rechifla! Te quiero, te quiero, te quiero. Me has hecho la mejor tarta del mundo". Después de esto nada podía salir mal,y es que mi hija tiene el poder de levantar los ánimos a cualquiera... Acabé de colocar todos los demás accesorios y poco a poco fue cogiendo forma y volumen. Y quedó esta preciosidad, hoy no importa lo que os parezca a vosotros, a mi hija le encantó y eso es lo único que cuenta.
Los rellenos fueron dos clásicos de entre los clásicos, la de arriba una red velvet y la de abajo bizcocho de chocolate relleno de trufa con aroma de crema de whisky.
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