Era el cumple de una gran amante de las flores y su familia confió en
mi para intentar sorprender un poco a la homenajeada. Se me ocurrió
imitar una de sus miles de flores. Y no debió de salir tan mal porque
cuando la vió en la mesa del salón pensó que era una maceta más para su
colección...
Por dentro era un clásico: bizcocho de chocolate relleno de trufa. Y el exterior entero comestible pintado a mano.
Ya se que hay muchos ni os acercaríais a esta tarta, pero a mi me
apetecía mucho hacerla. En el cole Carla y sus amigos estaban
aprendiendo sobre los gusanos de seda asi que decidí extender la clase
hasta mi cocina. Mi hija es como yo, la encanta jugar con todo, por lo
que hicimos estos pequeños gusanos entre las dos. Había alguno más pero
no llegó a la tarta porque tuvo que catarlos mi pinche oficial, por si
no sabían bien (decía ella). Nos la comimos en una cena de amigos a
los que tiene enamorados el sabor de la Red Velvet, y de eso la
rellené. No hay manera de hacerles probar nuevos sabores... Pero bueno
también sabeis que esta es infalible...
Preparaos porque las dos siguientes tartas tienen toda mi energía e
ilusión. Se acercaba el cumple de Carla y había que sorprenderla, cosa
que no es fácil con una tarta porque ella cree en mi capacidad de hacer
tarta a pies juntillas. Esta de los amigos de Pocoyó fue para la
celebración con sus amigos del cole.
Yo estaba bastante contenta con el
resultado hasta que se despertó ella y al verla me dijo: "Mamá se te ha
olvidado la ballena amiga de Pocoyó que la he visto en un capitulo...".
Estos enanos son ante todo sinceridad. "Que los amigos que has hecho me
encantan, pero sin la ballena no es lo mismo". Menos mal que no hay ni
una pizca de maldad, si eso mismo me lo dice un mayor... me lo meriendo.
El interior era bizcocho de vainilla con ganache de chocolate y
mermelada de frutos rojos. Y la cubierta de chocolate fondant para no
ponerselo muy difícil a la profesora
Esta tarta si que fue especial, muy especial. Como las mejores tartas
llevo pensando en ella meses, sabía que a Carla la iba a hacer una
ilusión sin medida. Hace un mes temblé porque pensé que no iba a estar
en plena forma para poder hacerla, pero por mi niña me curo de lo que
sea...
Lo primero fue ir modelando todos los elementos
importantes, el sombrero del Sombrerero Loco, las tazas de té y la
tetera del no-cumpleaños, la baraja de cartas de corazones, el letrero
del bosque, el reloj del conejo blanco... Hacer los bizcochos también
era fácil: de chocolate.
Lo difícil llego cuando, después de
montarla, forrarla y pintarla, empezé a colocar el Gato de los Deseos
¡DABA MIEDO! Casi lloro, os lo prometo, no me gustaba nada de nada.
Hasta que llegó la cumpleañera y me arregló la tarta con una sola frase y
todo a medio montar: "¡Mamá me rechifla! Te quiero, te quiero, te
quiero. Me has hecho la mejor tarta del mundo". Después de esto nada
podía salir mal,y es que mi hija tiene el poder de levantar los ánimos a
cualquiera... Acabé de colocar todos los demás accesorios y poco a poco
fue cogiendo forma y volumen. Y quedó esta preciosidad, hoy no importa
lo que os parezca a vosotros, a mi hija le encantó y eso es lo único que
cuenta.
Los rellenos fueron dos clásicos de entre los clásicos, la
de arriba una red velvet y la de abajo bizcocho de chocolate relleno de
trufa con aroma de crema de whisky.
Un día a las profes de Carla se las ocurrió hacer un desayuno marinero con los enanos en el cole. Cada niño tenía que llevar algo relacionado con el mar para almorzar...
¿Os imaginais el
torrente de ideas de mi hija? Ya os digo yo que no... Desde una ballena
como la que se comió a Gepetto, un ferry o un submarino, jajaja. Al
final la convencí para hacer unos peces pintados de colores.
Me habría encantado verla enseñarselas a sus amigos.
¡Cómo presume mi niña de nuestras creaciones!
Bueno amigos depués de un largo parón obligado vamos a intentar poner esto al día entre los técnicos y yo...
Esta tarta fue para el bautizo de Lucas, Lucki para los amigos... Él
también se hizo esperar para su bautizo pero mereció la pena. La verdad
es que fue todo un éxito y todos disfrutaron un montón, sobre todo los
padres, los abuelos y los padrinos y por supuesto su orgulloso hermano
Hugo.
Cuando me encargaron la tarta tenían muy claro el interior:
chocolate por todos lados con un toque de licor... Y asi fué, bizcocho
de chocolate bañado con crema de whisky y relleno de trufa. La
decoración corrió de mi cuenta y asi quedó.
En las fotos no se
aprecia demasiado bien el tamaño pero era de treinta raciones y no sobró
demasiado... ¡qué bien me comen los niños!
Era el cumple de una gran amante de las flores y su familia confió en
mi para intentar sorprender un poco a la homenajeada. Se me ocurrió
imitar una de sus miles de flores. Y no debió de salir tan mal porque
cuando la vió en la mesa del salón pensó que era una maceta más para su
colección...
Yo estaba bastante contenta con el
resultado hasta que se despertó ella y al verla me dijo: "Mamá se te ha
olvidado la ballena amiga de Pocoyó que la he visto en un capitulo...".
Estos enanos son ante todo sinceridad. "Que los amigos que has hecho me
encantan, pero sin la ballena no es lo mismo". Menos mal que no hay ni
una pizca de maldad, si eso mismo me lo dice un mayor... me lo meriendo.
Esta tarta si que fue especial, muy especial. Como las mejores tartas
llevo pensando en ella meses, sabía que a Carla la iba a hacer una
ilusión sin medida. Hace un mes temblé porque pensé que no iba a estar
en plena forma para poder hacerla, pero por mi niña me curo de lo que
sea...
Lo primero fue ir modelando todos los elementos
importantes, el sombrero del Sombrerero Loco, las tazas de té y la
tetera del no-cumpleaños, la baraja de cartas de corazones, el letrero
del bosque, el reloj del conejo blanco... Hacer los bizcochos también
era fácil: de chocolate.
¿Os imaginais el
torrente de ideas de mi hija? Ya os digo yo que no... Desde una ballena
como la que se comió a Gepetto, un ferry o un submarino, jajaja. Al
final la convencí para hacer unos peces pintados de colores. 
